Veteranos - Estados Unidos
Foto: Lechuguinos.com

Los especialistas insisten que los programas gubernamentales para ayudar a los veteranos no son los adecuados para evitar este trágico desenlace.

En Estados Unidos, cada día se suicidan una veintena de veteranos de las Fuerzas Armadas, mientras que en el caso de los soldados más jóvenes, la cifra ha aumentado un 10 % en tan solo un año.

Una auténtica emergencia nacional, según las asociaciones de exmilitares, quienes afirman que, a pesar de que son cada vez más los programas y fondos destinados a intentar contrarrestar este problema, estos no están dando los resultados esperados.

Uno de estos casos es el de Tyler Westbrook, de Williamstown (Virginia Occidental), quien se suicidó a los 31 años de edad en el 2015 tras servir en las fuerzas especiales del Ejército estadounidense.

«Noté que mi hijo estaba bebiendo más. No es que no hubiese bebido antes de alistarse en el Ejército, pero sus hábitos de bebida habían cambiado» recuerda Marcia, su madre.

Además, sospecha que su hijo padecía un síndrome post traumático no diagnosticado y dice que tenía miedo de echar a perder su carrera militar y no encontrar empleo.

Tyler se había alistado tras dos años prácticamente desempleado pese a tener estudios universitarios. Una historia común en estados como Virginia Occidental y Ohio. El Ejército como reemplazo de una industria rota tras la crisis y el miedo a perder esa vía de ingresos.

«Pedir ayuda, un signo de debilidad»

La autopsia confirmó que Westbrook estaba altamente intoxicado el día en que se disparó con una pistola. El 70 % de los veteranos estadounidenses que deciden acabar con su vida lo hacen usando un arma de fuego. En el caso de los civiles, la cifra no llega a la mitad.

«En el Departamento de Defensa todavía tengo la sensación de que si admites que necesitas ayuda para un tratamiento mental se considera una debilidad», comenta por su parte Sherman Gillums, portavoz de AMVETS, una organización de veteranos del Ejército de EE.UU.

Sherman lleva más de una década dedicado a prevenir los suicidios. Desde marzo del 2018, pasa horas al otro lado de una línea telefónica de emergencia. Gracias a ese programa, se ha logrado salvar la vida a más de 350 personas.

«Lo que hicimos este año es que comenzamos un programa llamado ‘HEAL’ (Atención sanitaria, evaluación, incidencia y legislación, por sus siglas en inglés).

La cara pública del programa es ofrecer personal clínico en la línea telefónica de ayuda. Lo que tratan de hacer cuando reciben una llamada es saber qué está pasando, cómo pueden ayudar», detalla Gillums.

Altas tasas de trastorno de estrés postraumático

Según el Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos, aquellos que tienen contacto regular con los servicios de salud tienen menos probabilidades de suicidarse que aquellos con poca o ninguna interacción.

Sin embargo, las tasas no disminuyen. Más de 6.000 veteranos acaban con su vida anualmente. En el caso de los reclutas de entre 18 y 33 años, la cifra ha aumentado un 10 % en un año. Algunos especialistas, sin embargo, creen que el problema puede ser más profundo.

«Diez años después, tras 1.100 programas y miles de millones de dólares, unos veinte hombres y mujeres se siguen quitando la vida todos los días. En mi opinión están buscando en el lugar equivocado. En el pensamiento occidental, el área central del individuo es la mente y se cree que si podemos sanar la mente, curaremos a la persona. Mientras que en el pensamiento oriental, el hombre está hecho de tres partes: cuerpo, mente y espíritu. Hemos estado tratando de sanar solo la mente y esto no funciona«, sostiene el terapeuta y activista Richard Glickstein.

«Para cuando alguien puede unirse al Ejército de los EE.UU., a la edad de 18 años, el cerebro sigue definiéndose y creciendo hasta consolidar sus conexiones al menos hasta unos diez años después. Y luego lo que tenemos son las tasas más altas de trastorno de estrés postraumático entre las personas que han sido desplegadas en otros países. Esas son dos condiciones que pueden impactar el lóbulo frontal. Pueden  alterar cómo una persona toma decisiones, cómo una persona regula el estrés emocional y todas estas regiones del cerebro están implicadas en temas como el suicidio», explica el psicólogo especialista en militares Craig Ryan.