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Foto: Lechuguinos.com

La opinión pública internacional ha intentado hace ver que el embargo no afecta al pueblo, si no al Gobierno, una gran mentira para justificar la medida.

Desde este 5 de agosto se hizo efectivo el embargo a Venezuela, a través de la Orden Ejecutiva firmada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, titulada en castellano como: «Orden Ejecutiva sobre el Bloqueo de Bienes del Gobierno de Venezuela«.

Según lo señalado, aparte de la Constitución y otras leyes estadounidenses, es la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA por sus siglas en inglés) la que le otorga las facultades sólo al presidente de Estados Unidos a regular el comercio internacional ante lo que subjetivamente considera como una amenaza inusual y extraordinaria.

Nuevamente, los medios de comunicación de orientación antichavista, continúan con la matriz de que las sanciones no afectan a la población venezolana sino al gobierno de Venezuela.

Si bien la Orden Ejecutiva señala de manera directa el bloqueo a todos los bienes e intereses del gobierno de Venezuela, la misma puntualiza que, para los fines de la misma, al referirse al Gobierno se incluye al Estado venezolano.

Embargo a la vida cotidiana

El bloqueo financiero al Estado venezolano ha ido sumando acciones desde su oficialización en agosto de 2017, truncando de manera significativa la economía del país y complicando su vida cotidiana.

Ahora bien, la maniobra de las sanciones tienen proyecciones a mediano y largo plazo, van de lo macro a lo micro. Así, a partir de este embargo, se profundizan los obstáculos a inversiones y transacciones de empresas que comercian con el Estado, generando un impacto, aún más brusco, en la cotidianidad de la población venezolana.

La Orden de embargo señala que las transacciones relacionadas con medicamentos y alimentos no estarán prohibidas, pero de manera contradictoria destaca que sí se bloqueará toda asistencia financiera, material o tecnológica.

En este contexto, el sistema de empresas de compra, venta, actualización e importación equipos médicos, quirúrgicos, farmacéuticos y de laboratorio, sufrirá obstáculos porque la Orden prohíbe la asistencia o patrocinio de entidades o individuos en el intercambio material y tecnológico con el país.

En cuanto a las telecomunicaciones, es conocido que el desarrollo de éstas van de la mano con la inversión extranjera, en esta ocasión, la triangulación con otras plataformas financieras internacionales, que ha servido para esquivar los latigazos del bloqueo, se verán intrincadas con el aumento del riesgo de interactuar comercialmente con Venezuela.

Igualmente, los servidores, dominios en internet y hosting, empiezan a suspender sus relaciones con las empresas venezolanas. Tal como sucedió con Sedo, y con la plataforma alternativa de pagos en petro, Petroshop. Es cuestión de tiempo que los sistemas de pago como Paypal, con sede en Estados Unidos, dejen de prestar servicios a los usuarios en Venezuela.

La Orden de bloqueo, obstaculiza de manera rotunda las relaciones comerciales y financieras de empresas a nivel internacional con nuestro país. Bajo este contexto, toda persona o entidad que actúe con y para el Estado corre el riesgo de que sus bienes e intereses sean bloqueados y no puedan ser transferidos, pagados, exportados, retirados o tratados de otro modo. Siendo factible que las compañías de seguros marítimas y las empresas navieras privadas sufran amenazas o sanciones al tratar con Venezuela.

Con esto, la importación productos seguramente decaerá por las dificultades comerciales ya evidentes. Además, con una sanción previa al CLAP, la administración Trump amplifica el bloqueo alimentario, así la Orden exprese lo contrario. Las líneas de distribución privadas extranjeras se colocan en un escenario de riesgo al dirigir mercancías a suelo venezolano.

Es ingenuo creer que el bloqueo es puntual hacia el gobierno, esto es un ataque total y directo a la población venezolana. Es un paso más de la peligrosa estrategia de asfixia contra Venezuela, con el único macro objetivo de crear el escenario ideal para el socavamiento del Estado-nación.

A manera de recordatorio del modus operandi de las administraciones políticas de Estados Unidos, hace 100 años, el presidente estadounidense para ese entonces, Woodrow Wilson, reflexionaba lo siguiente: «Una nación que es boicoteada es una nación que está a punto de rendirse. Aplique este remedio económico, pacífico, silencioso y mortal y no habrá necesidad de fuerza. No cuesta una vida fuera de la nación boicoteada, pero ejerce una presión sobre la nación que, a mi juicio, ninguna nación moderna podría resistir».

En la actualidad, Venezuela como nación, sigue resistiendo y no se rendirá ante el asedio que desde 2015 aplica la élite gobernante estadounidense.

Redacción Misión Verdad