El 30 de abril de 2019 Guaidó demostró que no tiene apoyo no de su propia gente

Guaidó, animoso a las seis de la mañana: “…convoco a todos los soldados a acompañarnos aquí, en la base aérea de La Carlota, en el cese definitivo de la usurpación”. El video para la historia lo muestra de flux y corbata, acompañado, unos pasos atrás, de Leopoldo López y de un grupo de hombres de uniforme, policías o militares. La composición fotográfica está pensada pues al fondo se ven unos edificios que induce a pensar que el autoproclamado de verdad está dentro de la base militar. Pero no. Están en el distribuidor Altamira, donde siempre.

Un año después del 30 de abril de 2019, el video se recuerda poco. La memoria sobre los hechos de ese día apuntan más a las improvisaciones, a los desatinos y a los actores que participaron en la llamada “operación libertad” que terminó en fracaso.

El gobierno de Estados Unidos no escondió su participación en la intentona. Evidenciada la derrota, optaron por la intriga para generar confusión en las filas chavistas. A media tarde, el representante especial Elliot Abrams aseguró que el presidente del TSJ, Mikel Moreno, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, y el jefe de la casa militar y director de la Dgcim, Iván Hernández Dala eran parte de la conspiración. Es decir, los golpistas eran los tres altos funcionarios y no la camarilla opositora que temprano en la mañana se hacía selfies en el puente del distribuidor Altamira, mientras esperaba que otros le hicieran el trabajo.

¿Conspiraron contra el presidente o engañaron a los estadounidenses? Padrino y Moreno no negaron ni afirmaron nada pero el Presidente Maduro relató este miércoles 29 que la madrugada de ese día recibió diferentes llamadas de sus leales, en plena activación de operaciones de defensa. Entre ellas las de Moreno, Padrino y Hernández, quienes, por cierto, aun continúan en sus cargos. “Me he encontrado con que muchos de ellos han apagado sus celulares”, dijo al día siguiente Abrams.

El inventario de traiciones de ese día, sí incluye al entonces director del Sebin, Christopher Figuera, quien fue el hombre clave en el escape de Leopoldo López. Figuera no disparó un tiro ese día. Tan solo huyó, para aparecer tiempo después en Estados Unidos. También se suman los tenientes coroneles Ilich Sánchez y Rafael Soto, quienes junto a otros 14 soldados, dieron vueltas por Caracas hasta que lograron entrar en la embajada de Panamá, donde estuvieron hasta diciembre, cuando huyeron fuera del país. Sánchez tomó notoriedad por el efusivo abrazo que se dio con el entonces vicepresidente de la Asamblea Nacional en desacato, el adeco Edgard Zambrano, cuando tempranito en la mañana creían que habían tomado el cielo por asalto.

Después de Abrams, le tocó el turno al secretario de Estado, Mike Pompeo, quien dijo que esa mañana el Presidente Maduro llegó hasta la escalera de un avión en el que supuestamente huiría pero fue detenido por Rusia. Los rusos negaron tal versión y advirtieron que los estadounidenses estaban presionando a los militares venezolanos. Es decir, el mandatario intentaba huir pero ninguna plaza militar se había alzado, ni se alzó ese día.  Los únicos escarceos se producían en Altamira, pero los facciosos iban perdiendo tropa, pues los soldados, que declaraban en vivo que habían sido engañados, se regresaban a las filas leales. ¿De qué podía temer el Presidente?

El único resultado de ese día fue la fuga de Leopoldo López, quien, terminada la intentona que solo duró tres horas, parece haber sido presa de las dudas, pues en plena huida, primero corrió a la embajada de Chile de dónde salió, poco después, para irse a la casa del embajador de España en el Country Club, donde vive desde entonces.

Desde algunos sectores de la oposición se asegura que la presencia del otrora hombre fuerte de Voluntad Popular fue la razón por la que se echaron atrás oficiales militares que previamente se habían comprometido con el complot. De ser cierto ¿Cuántos quedaron camuflados entre las fuerzas leales?

El autoproclamado no logró convocar a la familia militar pero tampoco a los venezolanos que siguen a la dirigencia opositora, la casi totalidad de los cuales caminaron, declararon y departieron en el distribuidor de Altamira. Pocos fueron los que se llegaron para acompañar la gesta que nunca fue.

Guaidó en la noche, después del fracaso:  “Hoy es un día histórico para el país porque es el inicio de la fase definitiva para la cese de la usurpación… También sabemos hoy que podemos lograr el cambio. Mañana nos vemos en la calle”. En el video, se le ve aun de traje y corbata. No hay bandera tricolor, sino dos estatuillas del Libertador que redundan sobre la mesa. Atrás, una pared blanca que no evoca nada. Casi nadie recuerda sus palabras. Para la historia queda una imagen mañanera en el distribuidor Altamira: una ametralladora, cuya cinta de proyectiles termina en una gavera con racimos de plátanos. Guaidó aun no aprende que el plátano verde mancha.

La Iguana TV