Tras conocerse este domingo el contundente resultado del plebiscito constituyente en Chile, que dio como claro ganador al «Apruebo» con más del 75% y apenas 22% de «Rechazo» para cambiar la antigua Constitución chilena heredada de la era dictatorial de Augusto Pinochet, uno de los episodios más crueles, sangrientos y oscuros de la historia continental, el actual presidente de ese país y defensor del pinochetismo, Sebastián Piñera, dio un discurso junto a sus ministros para tratar de atribuirse como suyo el triunfo popular que alcanzaron los chilenos.

Pasadas las 9:30 de la noche en Chile, Piñera ofreció un discurso desde el Palacio de La Moneda, mismo atacado por Augusto Pinochet para asesinar al presidente Salvador Allende y así concretar el golpe de Estado que dio inicio a su fatídica era de persecución, torturas, asesinatos y desapariciones forzadas de toda aquella persona que fuera comunista o simpatizara de alguna u otra manera con las ideas de Allende; o simplemente se opusiera a su régimen fascista.

En el discurso de Piñera, ampliamente beneficiado por Pinochet como empresario hasta el punto de convertirse en el actual magnate multimillonario que es, el mandatario comenzó con estas palabras: «Hoy los chilenos y chilenas han expresado libremente su voluntad a través de las urnas eligiendo la opción de una convención constituyente que por primera vez tendrá plena igualdad entre hombres y mujeres, para poder acordar una nueva Constitución para Chile”.

Luego, como reseña el diario La Tercera de Chile, Piñera desde el patio de los Naranjos en Palacio y «flanqueado por la totalidad de su gabinete, como una señal de unidad para lo que viene», agregó: «Hoy hemos demostrado nuevamente la naturaleza democrática, participativa y pacífica del espíritu de los chilenos y del alma de nuestra nación».

«Mientras hablaba Piñera, afuera de La Moneda, en su frontis, se proyectaba la imagen de la bandera chilena», cita La Tercera.

A pesar que el presidente chileno, quien había decidido no hacer campaña a favor o en contra del «Apruebo» o el «Rechazo», y había indicado a sus ministros que tampoco lo hicieran, su entorno empresarial y político, así como parte de su partido —Renovación Nacional— siempre se manifestaron a favor de negar la posibilidad de cambiar la constitución pinochetista e incluso fueron de los más activos en la campaña para evitar el cambio.

Pero como Piñera no pretende quedar mal con nadie y prefiere mantenerse al margen para así tratar de evitar que su ya escasa popularidad —de apenas 16%— siga descendiendo, se enfocó en buscar dar un discurso aparentemente «positivo» pero que a pocas luces dejó claro que la derrota apenas era el comienzo de un camino y que el cambio de la Constitución depende «de todos», incluyéndolos.

«Este plebiscito no es el fin, es el comienzo de un camino, que juntos, todos, deberemos recorrer para acordar una nueva Constitución para Chile. Hasta ahora la Constitución nos ha dividido; a partir de hoy todos debemos colaborar para que la nueva Constitución sea el gran marco de unidad, de estabilidad y de futuro, y que se constituya en la casa de todos y en la ley fundamental de la república, respetada y legitimada por todos los chilenos”, dijo.

La Iguana