Estados Unidos - Inmigrantes
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Una salvadoreña ha contado por qué decidió abandonar su país y a qué se tuvo que enfrentar al llegar a suelo de Estados Unidos.

«Crucé la frontera de Estados Unidos el 13 de marzo en busca de seguridad para mí y mis hijos, de 4 y 10 años. Habíamos huido de nuestras vidas desde El Salvador, donde miembros de la pandilla MS-13 habían amenazado con matarnos», empieza Jessika L. su relato, publicado en USA Today. Usa solo parte de su nombre para proteger a sus familiares.

De acuerdo con la mujer, en El Salvador temía no solo por su seguridad sino también por la de sus hijos. «Fui a las autoridades y pedí protección, pero no hicieron nada… así que hice lo que creo que haría cualquier madre responsable: intenté llevarlos a un lugar seguro», recuerda Jessica explicando que tenía familiares en EE.UU. que estaban dispuestos a acogerlos.

La mujer y sus hijos se entregaron a los primeros oficiales de la Patrulla Fronteriza que encontraron después de cruzar la frontera en Texas. La salvadoreña intentó explicar que ella y sus hijos necesitaban protección, pero en vez de obtenerla las autoridades migratorias le quitaron a sus hijos por buscar asilo.

«Solo me dieron cinco minutos para despedirme. Mis bebés comenzaron a llorar. Me rompe el corazón recordar a mi hijo pequeño llorando: ‘¿Por qué tengo que irme? ¡Mami, quiero quedarme contigo!’ Mientras que mi hijo mayor estaba confundido y no entendía lo que estaba sucediendo», relata Jessica.

La mujer fue trasladada al Centro de Detención de Laredo en Texas, mientras que sus hijos fueron llevados a San Antonio debido a la política de ‘cero tolerancia’, introducida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Jessica solo logró averiguar que su niños fueron separados y colocados en dos hogares de crianza diferentes por un tiempo.

«Soy una víctima»

Finalmente, el 8 de mayo, después de casi dos meses bajo custodia del Gobierno, sus hijos fueron trasladados a la casa de sus familiares parientes en la costa este de Estados Unidos a los que ni siquiera habían conocido antes.

«Pedí que me liberaran del centro de la detención de inmigrantes para poder estar con ellos, pero cuando tuve mi audiencia, el tribunal alegó que tenía una afiliación con una pandilla salvadoreña. Intenté explicar que, de hecho, era una víctima de la pandilla», recuerda la inmigrante.

Pero el juez estableció una fianza de 12.500 dólares. Afortunadamente para Jessica, personas de todo el país donaron dinero para pagar su fianza a través de un fondo creado por el Centro de Refugiados e Inmigrantes para Educación y Servicios Legales en Texas.

«Me sentí muy aliviada y feliz de tener a mis hijos otra vez. Pero aún pienso en otras madres que están preocupadas por sus hijos que les arrebataron. Rezo para que la gente se ponga en mi lugar y en el de ellos y piense en lo difícil que debe ser para las madres alejarse de sus hijos», concluye Jessica.

Redacción Lechuguinos – Cortesía RT