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El fracasado candidato presidencial Rubén Blades escribió carta sobre Donald Trump, Panamá y Venezuela

Blades quien es un fracasado candidato presidencial, desesperado por consolidar su figura como político, nunca ha dejado de emitir opinión y críticas en temas de ese ámbito. Esta vez se entromete en la conversación que Trump habría tenido con el Presidente Panameño, aunque no deja de causar suspicacia pues tal vez Blades solo quiere ganarse el agrado de los panameños, aprovechando el desagrado que todos los latinoamericanos en estos momentos sienten hacia el primer mandatario estadounidense, apuntando quizá a una nueva candidatura presidencial.

El músico, actor, abogado y político Rubén Blades manifestó a través de una carta su temor con respecto a que el actual mandatario de los Estados Unidos Donald Trump use a Venezuela para distraer al mundo de su errónea manera de hacer política.

Blades quien publicó la carta a través de su red social facebook hace mención a la llamada que le hizo Donald Trump al mandatario panameño Juan Carlos Varela el pasado domingo 19 de febrero donde hablaron de Venezuela.

Al autor de temas como “Patria”, “Decisiones”, “Pedro Navaja” y “Buscando América” le preocupa que el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, invente otro cuco (personaje que genera miedo), como arma para distraer a su país y exigir a sus más acérrimos adversarios y críticos a cerrar filas alrededor de su absurda presidencia, recalcó.

El cantautor recordó en su carta los diversos conflictos internacionales en los que se vio involucrado el país norteamericano, como la invasión a Panamá en 1989.

Asimismo Blades pidió a Varela que no se deje “embaucar” por Trump con “iniciativas egocéntricas” porque además Estados Unidos nunca agradece favores.

¿Será que Rubén Blades es como la versión de Capriles en Panamá? ¡Sape gato!

 

CARTA COMPLETA

1. Llamada del Presidente Trump, de los Estados Unidos al Presidente Varela, de Panamá.
Fue una sorpresa inicial la aparente y súbita iniciativa del presidente Trump de llamar por teléfono a su homólogo de Panamá, para conversar sobre temas que podrían considerarse superfluos, comparados con los escándalos que hoy enfrentan sus respectivos gobiernos. Pero al valorar el asunto del por que de la llamada telefónica, me vino a la mente el episodio de la desastrosa visita en 1958 del entonces ex-vicepresidente Richard Nixon, a Caracas, Venezuela.
El viaje pretendía demostrar cálidos lazos de amistad entre ambos países. Pero Nixon fue recibido por turbas que apedrearon a la comitiva gritando consignas anti-yankees y, al final, salió del país sin haber cumplido el cometido asignado. Para atenuar el negativo impacto de la visita, evento transmitido al mundo entero por medios de información internacionales, Nixon a su regreso hizo una parada no programada en Panamá, un lugar considerado seguro y amigable, donde se podía fotografiar su figura frente a una población lanzando flores a su paso y no «cocteles Molotov».
La llamada de Trump a Varela puede ser interpretada como un intento mediático para distraer la atención nacional e internacional y mejorar su creciente imagen de anti-estadista. Su gesto igualmente beneficia al presidente Varela, quien experimenta, como lo indican recientes encuestas, un acelerado descenso de popularidad.
Desde esta perspectiva, el telefonazo funciona para consolar a dos egos presidenciales lastimados y distraer momentáneamente al público y a los medios que reportan los escándalos en ambas gobiernos, en dos idiomas.
Por otro lado, llama la atención el comentario de que uno de los puntos mencionados en la conversación telefónica, aparentemente, fue Venezuela. Que Trump invente otro «cuco», como causa patriótica para distraer a su país y obligar incluso a sus más acérrimos adversarios y críticos a cerrar filas alrededor de su absurda presidencia, tiene sentido. Política y emocionalmente, un conflicto internacional crea un apoyo incondicional e instantáneo para un gobierno, incluso uno con problemas internos.
Ya el ex-presidente Obama sentó las bases al declarar a Venezuela, «un claro e inminente peligro para la seguridad de Estados Unidos», una exageración dirigida a presionar al gobierno de Maduro a respetar la seguridad de los detenidos y presos políticos Venezolanos y que puede ser re-interpretada por Trump con todo su equivocado fervor.
Me inquieta el que un energúmeno introduzca un barril de pólvora como tema de discusión con un indeciso puritano. Quede claro: no estoy sugiriendo ni remotamente que Estados Unidos este considerando invadir a país alguno.
Pero los precedentes de intervenciones, como distracción a problemas de imagen presidencial, ya existen:

 

La invasión a Panamá fue producto de la necesidad de George Bush padre en demostrar su temple, en momentos en que su gobierno era acusado de ser débil, e indeciso. La invasión de Grenada por Reagan pretendió evadir los mismos adjetivos, luego del desastre de su decisión de enviar Marines al Líbano. En este caso, como una recurso para aliviar la crisis de credibilidad que sufre a nivel mundial, Trump podría solicitar a Varela su asistencia con respecto a la crisis venezolana, utilizándola como una distracción que nos desvíe del examen de sus frecuentes desaciertos. Ese es el modo de operar clásico de magos y de estafadores de todas las estirpes.

 

Presidente Varela: no se deje embaucar por las promesas de futuros apoyos políticos a cambio de la participación de Panamá en iniciativas egocéntricas, maquilladas con la falsa consistencia que aparenta la arena movediza.
El gobierno norteamericano no agradece favores hechos, solo favores por hacer. Pregúntele a Noriega.

 
2. Nombramiento del Director de la Caja del Seguro Social.
Es equivocado el asumir que un nombramiento va a resolver el problema estructural de la Caja del Seguro Social
Lo que se requiere es una re-definición del propósito de la Caja del Seguro, seguida por una reestructuración que permita satisfacer administrativamente ese propósito. El problema de la Caja no esta únicamente relacionado con quien la dirige. Resulta vital decidir cual es la función primordial de la Caja. Si es la de administrar las contribuciones dirigidas a garantizar pensiones por retiro, vejez e invalidez, entonces la entidad necesita un administrador(a) con conocimiento de economía y con la capacidad para administrar atendiendo ese requisito, ser apolítica y su puesto debe ser garantizado y no sujeto a periódicos cambios de gobierno. La Junta Directiva debe ser reemplazada por un equipo de expertos en las áreas que la reestructuración considere necesarias para el funcionamiento eficiente de la institución y esos nombramientos resultarían de un concurso publico. De igual manera, los 30.000 puestos que hoy conforman a la institución deben ser revisados para determinar si son necesarios para la operación de la entidad y puestos a concurso; las «botellas clientelistas» eliminadas, y los gremios y sindicatos, respetando el derecho sindical, dirigidos a existir para el servicio de los asociados, no a la politiquería, o extorsión.
El presupuesto actual de la Caja es de casi cinco billones de dólares y esta siendo derrochado, despilfarrado, y mal administrado porque la presente estructura administrativa así lo permite. La Caja hoy es un instrumento manipulado, una institución en donde el gobierno constantemente interviene, ya sea para meter la mano o para nombrar incompetentes como favores políticos, confundida en cuanto a su función primordial. Opino que la prestación de servicios de salud no debe formar parte de la estructura de servicios de la Caja del Seguro Social: debe estar a cargo de nuestro Ministerio de Salud, con los Centros Médicos en barriadas y corregimientos operando como la fuente de atención primaria médica, dirigida a los residentes de esas áreas, bien equipados y servidos por profesionales de la medicina, entre ellos esos que hoy están siendo despedidos y/o forzados al retiro por el absurdo criterio de que han llegado a una edad tope, precisamente cuando la experiencia adquirida resulta invaluable e intransferible. Aclarar sus funciones, despolitizar a la Caja, y evitar su privatización, esa es la meta a llegar.
Todo esto es posible, con un presidente o presidenta que no este en el bolsillo de los politicastros, los sindicatos, los gremios politizados, los grupos «clientelistas» o «botellas» y los empresarios con la exclusividad de la oferta de medicinas y productos de salud. Mientras esto no ocurra, el nombramiento de una figura distinta para administrar a la Caja jamás producirá ningún efecto positivo. El país lo sabe. ¿Por qué entonces acepta esta situación?
Claro como el agua: nada mejora cuando se designa a un error para administrar a un desastre.
3. En el 2016 ingresaron 66.700 nuevos autos en Panamá.
¿Y cuántas aceras se han construido? ¿Cuántas nuevas calles y carreteras? ¿Beneficia semejante número?
¿Alguien ha consultado a técnicos urbanísticos sobre cuál es la real capacidad vehicular de la ciudad promedio?

 

Con el orgullo del que no entiende las consecuencias, se proclama que en el 2016 se vendieron 1,965 autos más que en el 2015. La mayoría, un 22%, son camionetas suburbanas, busitos ¿quizás destinadas a servir como transporte público pirata a nivel nacional en vista de la inoperancia del actual sistema de transporte publico oficial?
El punto es el mismo de siempre. Igual que en el desenfrenado e irresponsable ejemplo de los cambios de zonificación, sin consultar primero el impacto que producirán en áreas residenciales y en su calidad de vida la construcción de mega edificios que siguen vacíos, de igual forma la vendedera de autos continua sin que a nadie parezca importarle que, según la inexorable ley de la física, llega el momento en que resultará imposible cumplir con la función designada, transportar a personas del punto x al punto z, por los imposibles aglomeramientos de vehículos sobre vías que no fueron diseñadas para semejante flujo de tránsito. Aquí se construye sin consultar si hay agua en el lugar, o que va a ocurrir cuando los nuevos autos se agreguen a los ya existentes. Improvisación constante, amor al dinero y la fe en una total ausencia de consecuencias, esto nos define y continuará definiendo mientras tengamos autoridades en el bolsillo de los depredadores cívicos, de partidos políticos que alcahuetean el desorden y una ciudadanía que parece estar resignada al abuso. El cambio es posible, cuando llegue la hora de votar en el 2019.

 
4. Sobre el Contralor y los Auditos.
Señor Contralor:
Audite todas las obras en las que haya intervenido Odebrecht, una por una, desde que llego la empresa a Panamá. Considere que la reputación de todo el país esta siendo evaluada, no solo la de su cargo.
Nada de «estimados», «evaluaciones», «auditorias parciales», o «selectivas». Estoy de acuerdo con la SPIA, la APEDE, la Cámara de Comercio y Ramón Arias. Todo se hará publico tarde o temprano; es inútil el tratar de posponer lo inevitable. El próximo presidente, o presidenta, y mas si resulta ser un independiente, tendrá que continuar con la investigación por que el pueblo así lo exige, hoy y mañana también.
Cualquier intento del presente gobierno y de sus funcionarios, dirigido a proteger a los corruptos dilatando procesos será expuesto y los responsables llevados a la justicia. Cúrese en salud y audite todo lo que incumba a Odebrecht y proyectos nacionales
señor Contralor, no se fije en el año; examine minuciosamente la participación de esa empresa, en cada período presidencial.
Y después, que caiga quien caiga, por tramposo.
Espero comentarios, especialmente de mis paisanos.
Un abrazo, y gracias por leer mis escritos!

 
Rubén Blades
20 de Febrero, 2017

 

Redacción Lechuguinos.