Van 1.243 líderes sociales asesinados desde la firma de los Acuerdos de Paz en Colombia hace cinco años.

Doce militares colombianos admitieron, durante una audiencia de reconocimiento público de la verdad, el asesinato de 127 personas en el norte del departamento del Cesar y en el sur de La Guajira, para presentarlas como “falsos positivos”.

Los militares colombianos fueron imputados por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por delitos lesa humanidad y crímenes de guerra, entre los que se encuentran ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas, presentadas falsamente como “bajas en combate”.

La JEP concluyó que las víctimas eran miembros de la población civil que fueron señalados de pertenecer a estructuras armadas o bandas delincuenciales sin verificación alguna y sin enfrentamientos con las autoridades. Estos hechos ocurrieron con la colaboración de los grupos paramilitares que se encargaban de retener y entregar a las personas al Ejército.

Otras víctimas eran personas en condición de vulnerabilidad, que fueron llevadas bajo engaño a lugares donde supuestamente serían contratadas, para asesinarlas. Los victimarios elegían a estos ciudadanos porque consideraban que sus familiares nunca reclamarían las desapariciones.

Los asesinados eran vestidos con uniformes de grupos irregulares y se los dotaba con armas y municiones. La identidad de los fallecidos no se determinaba y sus cuerpos eran trasladados por personal militar, sin la participación de otras autoridades.